Hace unos días cortaron unas ramas gruesas de un árbol de la esquina de
mi casa. Este buscador de maderas en desuso aprovechó la poda y allá fue
a buscar algunos trozos.
A simple vista llamé araucaria, pero mi vecino, ingeniero agrónomo, me
corrigió certeramente. Se trata de un gran cedro amarillo. Otro vecino
me ayudó con su motosierra y logré varios trozos aptos para cuencos,
previo pintar las testas.
Luego de preparar el trozo seleccionado le di forma a la parte exterior y
luego a la interior, dejando la pared de la pieza más gruesa que el
espesor definitivo. Eso porque al secarse la madera puede deformarse un
poco y pasados unos seis meses habrá que volver a tornear para darle la
forma final; esto siempre que la pieza no se raje y haya que
descartarla.